miércoles, 9 de abril de 2014

Pelea de niños.

Hoy he tenido la oportunidad de asistir de forma presencial a un pleno del Parlamento de Galicia, hecho que me ha dejado profundamente sorprendida. Se trataba de un acto ordinario, en el que la oposición le exponía sus "dudas" al Presidente de la Xunta y éste respondía.
Lo único que he podido sacar en claro de esta experiencia es el lamentable, falso e inútil funcionamiento de nuestro gobierno. Lo que pude presenciar allí no se trataba de un debate o de ninguna suerte de ronda de preguntas: resultó ser un juego absurdo en el que partidos e individuos esquivaban culpas y se las echaban al contrario con el fin último de, ¿qué?
Ese es uno de los asuntos que, en mi opinión, pueden ser más polémicos. No había un fin último que beneficiara ni a los presentes ni a los que se supone que se intenta beneficiar. Nos encontramos con un presidente que no respondía a las preguntas que se le formulaba, dando datos, datos y más datos que no tenían que ver con la cuestión y unos diputados que hacían unas preguntas que, por el tono utilizado, parecían incluso malintencionadas. Aquello era un duelo entre partidos, un "tú lo has hecho mal" y un "pero tú lo has hecho peor" constante, en lugar de ser lo que los votantes y ciudadanos, ingenuos nosotros, podríamos imaginar: una discusión tranquila y civilizada, en la que se debatieran los problemas de la nación y se encontrara una solución a través del diálogo. Tuve el mal trago de asistir a un acto que me ha dejado perpleja, indignada e incluso asqueada; que me ha hecho perder un poco más la esperanza en la democracia española, que me decepcionado.
También, el que los espectadores nos limitáramos a ser testigos mudos, sin poder hacer preguntas o mostrar nuestro apoyo me parece, cuanto menos, vergonzoso. Una muestra de lo poco receptivos que son los políticos de este país a escuchar las miserias de los ciudadanos, de dejarnos opinar y exponer nuestros problemas. Los habitantes de un país no son seres aparte de la vida política. Parece que los políticos son seres de otro planeta, que no viven entre nosotros, que pertenecen a alguna clase de élite, lejos del "ciudadano raso".
Y por último, una petición, o quizás una recomendación, que como la mayor parte de propuestas por parte de aquellos que vivimos tan al margen de la vida política: que dejen de ver a los ciudadanos como porcentajes, como un número de votantes, como argumentos para ganar la eterna discusión entre gobierno y oposición. Somos PERSONAS, individuos que tienen la esperanza de que unos políticos que prometieron velar por su bienestar hagan su trabajo, en lugar de limitarse a hacer promesas huecas justo antes de las elecciones y a defender los intereses de un partido como si fueran niños en un Parlamento el resto del tiempo. No somos argumentos, no somos datos que apoyan esa discusión inútil. Y si alguna vez hay que convertirnos en datos, por favor: que sea para hacer algo bueno por nosotros.
PD: los aplausos, abucheos y gritos más propios de un partido de fútbol de unos críos de once años que de un acto oficial entre adultos, se los podrían haber ahorrado. Que incluso daban vergüenza ajena.

Malva Freire Regueira.

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