domingo, 28 de septiembre de 2014

¿Cuáles son las ventajas de distinguir entre argumentos válidos e inválidos, buenas y malas razones?

En la sociedad en la que vivimos, muchos de nuestros conocimientos son adquiridos de una manera casi automática: absorbemos los saberes sin plantearnos su procedencia o los razonamientos que han llevado a esa determinada conclusión. Son muchas las ocasiones en las que no reflexionamos de forma profunda y razonada sobre un tema y tomamos decisiones de manera precipitada. 
 
El saber distinguir entre los argumentos válidos e inválidos y las buenas y malas razones resulta tan complicado como importante: el que el individuo sea capaz de no aceptar y confiar en una opinión por el simple hecho de serla y que necesite argumentos y razones para tomarla como cierta, además de que esté abierto a cambiar la suya propia, le permite ampliar sus fronteras y conocimientos y llegar a comprender y aceptar culturas, tradiciones y costumbres diferentes a la suya. 
 
Una sociedad formada por personas capaces de analizar una opinión, distinguiendo entre los argumentos que la soportan aquellos que son válidos de los que no, ya tiene más probabilidades de ser justa e igualitaria porque será capaz de diferenciar lo que realmente necesita de aquello que cree necesitar. 
 
Un ejemplo de esta situación es la publicidad: todos los días nos encontramos ante un sinnúmero de anuncios que tratan de convencernos de que necesitamos tal o cual producto. Ser capaces de analizar los argumentos que nos aportan y diferenciar aquellos que son lógicos de lo meramente persuasivos, nos permiten llegar a la conclusión de si realmente lo necesitamos y en caso negativo evitar un desembolso de dinero innecesario.

Otro ejemplo de todas las ventajas que tiene distinguir la validez de los argumentos, lo encontramos en la película de “Doce hombres sin piedad”, donde sin la revisión exhaustiva de las pruebas promovida por uno de los miembros del jurado, a pesar de la reticencia del resto, los cuales ya había decidido su veredicto de culpabilidad, un hombre habría sido condenado a la pena capital. Si un solo hombre mediante el uso de la razón y de la duda fue capaz de evitar semejante injusticia, ¿de qué sería capaz toda una sociedad razonable?

Raquel Fernández Vieitez 1ºBI

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