domingo, 28 de septiembre de 2014

Emociones, ¿controlables?

Las emociones son algo que viene de serie con el concepto de humanidad. Están presentes cada minuto de nuestras vidas, pero con el papel de un individuo dentro de la sociedad viene la responsabilidad de aprender a controlarlas.
Es decir, uno no se puede dejar guiar por las emociones en todo momento, ya que éstas son como los prejuicios; llegan a nublarnos la razón. Es por eso que es importante saber dejarlas de lado en situaciones concretas, donde no nos queda más remedio que reflexionar sin ningún tipo de obstáculo para así poder llegar a una conclusión racional.

Pongámonos en situación. Después de todo un día de andar de aquí para allá, además de haber dormido mal la noche anterior, llegamos a casa después de más de doce horas fuera, estamos tremendamente cansados, con lo cual es más sencillo conseguir irritarnos. Con una simple broma o comentario, podríamos llegar a un punto donde, si nos guiamos por nuestras emociones, arremeteríamos con las personas de nuestro entorno, sin más razón que ese cansancio acumulado y el detonante que nos lleva a perder el control.

Por otra parte, pensemos en un asesinato. Cuando hay un posible culpable, la familia y los amigos de la víctima (incluso el pueblo, llevado, por ejemplo, por la crueldad de dicho crimen) tienden a reaccionar de una manera poco racional, dejándose llevar por el sufrimiento y la desesperación.

En "Doce hombres sin piedad", uno de los personajes, el último en ceder, mantiene tanto tiempo su posición debido a sus problemas personales, los cuales le provocan rencor, dolor, desprecio, y le hacen encasillar a un joven basándose en sus propias experiencias y en lo que le hicieron sentir.

Entonces, ¿no depende nuestra sociedad de los límites que sepamos marcarnos en el feudo emocional?


Conchi García, 1ºBI



No hay comentarios:

Publicar un comentario