Es cierto
que, en general, todas las personas nacen con los cinco sentidos propios de los
seres humanos; tales como la vista, el olfato, el gusto, el oído y el tacto.
Pero, ¿todo el mundo hace el mismo uso de ellos?
Normalmente
pensamos que percibimos el mundo que nos rodea objetivamente, pero en muchos
casos esto no es cierto. Cada persona puede ver o escuchas cosas diferentes aun
siendo lo mismo; y esto está asociado a nuestros prejuicios, a nuestro estado de
ánimo o a nuestros sentimientos entre otras cosas. Lo más interesante de este
aspecto es que lo hacemos de forma inconsciente, pues es nuestro cerebro el que
nos guía.
Por ejemplo,
se puede ver algo mejor de lo que realmente es. Cuando empiezas una relación
con alguien y le coges cariño se siente tal afecto que, aunque veamos que se
comporta de una manera, nuestro cerebro solo capta lo bueno y, sin embargo,
cuando terminas la relación con esa misma persona parece que “despiertas” y te
das cuenta de que lo que realmente hacía no era tan espectacular como veíamos. En
este caso no captamos la realidad por culpa de los sentimientos. Por otro lado,
la percepción de nuestro alrededor puede ser negativa como es en el caso del
racismo. Las personas racistas cuando ven a una persona extranjera (normalmente
de raza negra o procedente de Sudamérica) sienten desprecio y superioridad ante
esas personas. En este caso, nuestra distorsión de la percepción del mundo está
condicionada por nuestros prejuicios.
Otro ejemplo
es el sentido del oído. ¿Somos realmente capaces de escuchar algo cuando, por ejemplo,
hay mucho ruido? Es posible que no, pues las ondas chocan y producen
interferencias, lo que hace que el mensaje no llegue en óptimas condiciones y
el receptor interprete a su manera el mensaje. Estos ejemplos podemos observarlos
claramente en la película 12 hombres sin
piedad.
Nuestros sentidos aunque no lo creamos son muy moldeables, pues se ajustan a las diferentes situaciones. Por lo
tanto, ¿cómo sabemos cuándo algo es realmente algo? Es muy difícil saberlo, y
por ello hay que ir más allá de nuestras percepciones, ser flexible a otras
ideas para poder llegar a un acuerdo y así llegar a una conclusión final.
“¿No resulta cruel cargar
al recién nacido con el fardo de prejuicios que le harán difícil la vida?” - Ferdinand Domela Nieuwenhuis
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