El lenguaje es lo más
importante en las relaciones sociales, tanto el corporal o el hablado, puesto
que es nuestro medio de comunicación directo con las demás personas. Esto se
respalda tan sólo con pensar que el hablar es lo que nos diferencia a las
personas de los animales. Según nuestra forma de expresarnos (tono, gestos…)
podemos dar a entender pensamientos opuestos aún presentados con las mismas
palabras. Nuestra forma de comunicarnos engendra en los demás una imagen de
nosotros, por la cual somos juzgados. Por ejemplo, una persona que diga
reiteraciones constantes o use un vocabulario vulgar puede considerársela tosco;
y viceversa, otro que utilice un vocabulario culto constante pueden calificarlo
de pedante.
Creamos así prejuicios,
en los cuáles encajamos a las personas tan sólo por su modo de hablar, y donde
unos salen más favorecidos que otros. En la gran mayoría de los casos, una
persona que tiene un cargo superior a otra sobresale a los demás a la hora de
dar su opinión, aunque no sea el campo de su dominio. O igualmente ocurre
dependiendo de la edad, en este caso se
unen los convencionalismos sobre que una persona adulta siempre tendrá un
argumento más válido por sus experiencias de más años, aunque un joven con
mejores fundamentos en la cuestión.
Es tan rápido y fácil
establecer recelos por cualquier apariencia que no nos molestamos en
comprobarlo. Al final terminamos repulsando a una persona por cualquier mínimo
detalle, que ya no nos paramos a observar más allá de cualquier cargo. Y
alcanzando el peor de los casos el prejuicio llega a ser social y sin ser
conscientes acabamos juzgando a completos desconocidos únicamente por el
testimonio de oídas, normalmente dudoso.
Por estas razones, muchas
veces de forma subconsciente, en las que oímos el típico: “Me cae mal, no sé
porqué, sólo me cae mal”, nosotros mismos estamos favoreciendo el predisponer
un odio irracional. Por lo tanto si usamos la duda razonable podemos acabar
abriendo los ojos más allá de los estereotipos formados, y ver la realidad.
Sandra
Gigirey García Santamarinas 1º BI
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