martes, 28 de octubre de 2014

La complejidad del lenguaje

La cuestión de si apareció antes el pensar o el lenguaje es una cuestión que aún no está completamente resuelta, pues no hay nada que nos demuestre que una de las dos cosas fue anterior a la otra de forma totalmente segura.

Cuando nosotros pensamos, en nuestra mente se crea un mundo propio con elementos también propios creados así por ella. Estos no tienen por qué tener un nombre concreto, un nombre que nos venga dado por el aprendizaje del lenguaje en sí mismo, simplemente los creamos en nuestras mentes y los identificamos, creando una especie de “lenguaje” propio, interior, con el que nos comunicamos con nosotros mismos. Esto se puede comprobar en la película de El milagro de Anna Sullivan ya que a pesar de que Hellen carecía de un lenguaje en el pleno sentido de la palabra, en su mente existían pensamientos; pensaba, razonaba. Con los sentidos que poseía, percibía los estímulos y así creaba su propia realidad. A pesar de que no era capaz de transmitir al exterior lo que en esta pasaba, ella identificaba los elementos, entendía los hechos y reflexionaba. ¿Cómo podemos afirmar que una persona no posee un lenguaje? ¿Cómo podemos averiguar que este no está oculto en su interior?

 El lenguaje no tiene únicamente relevancia comunicativa, sino que también tiene relevancia psicológica, epistemológica y ontológica, es decir, que es un modo de ser, el modo de ser que caracteriza a todos los elementos de nuestra realidad. Parémonos a reflexionar. ¿A que llamamos realmente lenguaje? Cuando nos referimos a “el lenguaje”, con este artículo antepuesto estamos asumiendo que sólo hay un lenguaje, que hay un lenguaje único. ¿Acaso no hay más de un lenguaje? ¿Acaso este es siempre homogéneo, uniforme?

El lenguaje es muy útil a la hora de expresarnos pero muchos pensamientos no se pueden comunicar mediante su utilización, mediante palabras. ¿Cuantas veces no hemos dicho la frase de: “No se puede expresar con palabras”? Es verdad que el lenguaje es un gran instrumente para la comunicación, pero al mismo tiempo que amplía también limita como sucede con la mayoría de las cosas.  Por una parte amplía, mejora, la comunicación y las relaciones sociales pues, sin el lenguaje, esta sería inviable. Por otra, nos limita a la hora de expresarnos fielmente a lo que pensamos, pues los pensamientos son elementos muy complejos y como tales no se pueden expresar exactamente ni de forma completa. Además, un mal conocimiento del lenguaje puede hacer que las ideas que transmitamos sean equívocas y contrarias a lo que realmente pensamos, por no hablar del arma detonante que puede llegar a ser dando lugar a altercados y situaciones violentas que no deberían ser ejecutadas. Tenemos la típica frase que la gente utiliza para “demostrar” que es sincera: “Yo digo lo que pienso”. Es verdad que ser sincero significa decir lo que realmente piensas y sientes pero no podemos decir todo lo que pensamos porque si no esta poderosa arma se disparará en muchas ocasiones provocando heridos. Debemos reflexionar sobre lo que queremos expresar antes de hacerlo y plantearnos una pregunta cuando lo estamos haciendo: ¿De qué estoy hablando realmente?


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