sábado, 1 de noviembre de 2014

¿Es posible pensar sin lenguaje?

Suele decirse que los seres humanos somos el conjunto de nuestras experiencias, que estas nos moldean y nos convierten en los que somos. Una declaración muy controvertida y que supone un interesantísimo campo de discusión. Sin embargo, el propósito de esta entrada no es tanto tratar esta afirmación como reflexionar sobre cuál es el papel del lenguaje a la ahora de interpretar una experiencia ¿Podemos separar nuestras experiencias del mundo del lenguaje que empleamos? ¿Es posible pensar sin lenguaje?
La respuesta es no. Los bebés lloran, ríen, patalean... asocian comportamientos con sus actos de manera difusa aún cuando no conocen el lenguaje y apenas tienen unos meses de vida. Sin embargo, no son conscientes de que el mundo se compone de “algos” hasta que son capaces de nombrarlos, de designarlos, de emplear el lenguaje para comunicarse con los demás.
La experiencia de Helen Keller mostrada en El milagro de Anna Sullivan es el perfecto ejemplo de ello: ciega y sordomuda, crece en una vorágine de deseos, emociones y caprichos descontrolados, no es consciente de que todo lo que toca o experimenta tiene un nombre y que es ese nombre lo que le aporta significado. Antes de la llegada de Anna Sullivan, Helen pensaba y razonaba, poseía un lenguaje “interior”, entendía lo que sucedía a su alrededor pero no era capaz de hacérselo saber a los demás, así que estos la trataban como a una mascota, como un animal
Con el lenguaje podemos comunicarnos, expresar una gran cantidad de ideas y pensamientos que el rudimentario y primario lenguaje de Helen no podía abarcar. A través del lenguaje podemos “intercambiar”, acceder a nuevas visiones e interpretaciones del mundo que influyen profundamente en nosotros, nos marcan y nos moldean convirtiéndonos en lo que somos.
Decía Aristóteles que el ser humano es un ser social, dado que necesitamos de los demás para poder existir, que los demás nos reconozcan como humanos. Pero para que esto pueda tener lugar necesitamos del lenguaje, que actúa como intermediador en todas nuestras relaciones sociales. Nos permite ampliar nuestros campos de expresión, pero a la vez nos limita, nos confunde, nos lleva a ambigüedades y equívocos: muchas guerras han tenido lugar debido a la palabra y como han sido interpretadas.
Para finalizar os dejo las siguientes palabras Helen Keller: “Cuando aprendí el significado del “yo” y el “mi” me enteré de que yo era “algo” y comencé a pensar. El hombre se busca y estudia a sí mismo, y a su debido tiempo encuentra su grado de extensión y el verdadero significado para sí del universo”. El pensamiento sin lenguaje es imposible, mas el lenguaje sin el pensamiento es inútil.

Raquel Fernández Vieitez 1ºBI


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