martes, 4 de noviembre de 2014

La ética de la crueldad


El Instituto Rosalía de Castro  celebrará, el próximo miércoles, la entrega del premio de ensayo Bento Spinoza, en esta IV edición la obra distinguida con el galardón ha sido: La ética de la crueldad de José Ovejero.

La ética de la crueldad, una propuesta incómoda.

    “Si un hombre pudiera escribir un libro de ética que realmente fuera un libro de ética, este libro destruiría como una explosión todos los demás libros del mundo.” (Ludwing Wittgenstein, Conferencia sobre ética)

   ¿Por qué la respuesta a la pregunta “¿qué debo hacer?” no puede ser dada por adelantado?
  Quizás, como el propio  Wittgenstein apunta, porque la ética al igual que la estética forma parte del sentido del mundo pero está fuera de él, pertenece a lo inefable, a lo que se muestra pero no se dice, a lo transcendental. Un juicio de valor es en sí mismo un juicio fáctico, y donde hay hechos no hay ética, no hay cabida para el  valor absoluto. La ética sola no añade conocimiento por sí sola, pero ¿qué ocurre si le emparejamos un adjetivo?

    Ética de la crueldad  es la propuesta que nos ofrece José Ovejero quien, a través del comentario de siete libros crueles, nos aproxima a esa crueldad ética definida como “aquella que en lugar de adaptarse a las expectativas del lector las desengaña y al mismo tiempo lo confronta con ellas”. Esta crueldad es ética porque frente a los personajes y situaciones de cada narración, nos quedamos perplejos y nos damos cuenta de que las normas en las que hemos sido socializados, de algún modo, fracasan radicalmente. La ética existe porque en el mundo de la vida se da siempre una tensión –imposible de resolver- entre el mundo y la vida, entre lo que somos y lo que deseamos, entre la realidad y el deseo. Y si la moral nos encaja en el mundo, la ética nos expulsa de él y nos remite a la vida, de ahí la excentricidad de su naturaleza necesaria ya que -en nuestra situación de tránsito- nunca nos sentimos reconciliados del todo con el mundo, quizás en ello estriba su enseñanza; y si la ética de la compasión nos recuerda que no estamos solos, la ética de la crueldad nos remite a todo lo contrario, a la soledad del hombre, a su condición de indigente en su pequeño abismo de sinsentido.

  La literatura cruel abunda en personajes sin tiempo, seres a veces lacerados que transitan en el exilio, en la lejanía de su humanidad, que no son trágicos porque no son épicos, que no son empáticos aunque nos causen desasosiego mirarnos en su espejo; también son seres que exploran los límites arcanos que la moral proscribe, seres que apuntan más de lo que dicen o hacen, seres que se niegan a aceptar las cosas tal como aparecen o deben ser; seres que nos dejan solos,  ese el activo que la literatura cruel nos regala, ruptura sí pero también liberación del tedio de estar siempre “entretenido”. Una literatura así, que cruel nos obliga a bailar en la cuerda floja, a vislumbrar lo otro que se oculta en la oscuridad de nuestras más recónditas oquedades, agazapado siempre ahí silenciado aunque alguna vez intuido. Palabra y silencio se confabulan, así, para ayudarnos a traspasar ese umbral temido, tensando el arco de la narración hasta lo imaginario y no por ello menos amenazante que la realidad misma. Bienvenida pues esta propuesta ética de la crueldad que no ofrece certidumbres sino todo lo contrario.

     José Ovejero estará con nosotros en clase el próximo miércoles a las 12 en el aula 1 (PA). Os dejo esta conferencia sobre el ensayo que podéis escuchar para ir entrando en materia.

    

No hay comentarios:

Publicar un comentario