jueves, 27 de noviembre de 2014

¿Qué pasaría si...?

     Siempre es difícil tomar una decisión porque al elegir una cosa u otra, dejamos otras de lado que hasta cierto punto podemos considerar también buenas. Por ello, por lo general, siempre tratamos de posponer nuestras decisiones lo máximo posible, evitando así enfrentarnos al gran dilema que nos suponen.

     Personalmente, creo que todo el mundo es capaz de elegir y de escoger aquello que más le conviene. Lo que realmente nos cuesta a las personas es dejar pasar las oportunidades, o lo que es lo mismo, no nos gustan los cambios y nos gustaría vivir siempre en un mundo en el que todo fuese fácil y conocido. Cuando más mayores nos vamos haciendo, más decisiones tenemos que tomar que afectan a nuestro futuro, por ejemplo, como estudiantes, se nos “obliga” a escoger qué asignaturas queremos cursar porque llegado un cierto nivel ya no somos capaces de especializarnos en muchas cosas.

     Cuando elegimos entre dos cosas, no deberíamos intentar guiarnos por cuál es más correcta que la otra, porque generalmente eso suele saberse con el paso del tiempo y no en el momento de tomar una decisión. Eliminando esta manera de decidir, ¿cómo debemos escoger qué hacer? En mi opinión, esta pregunta es de muy difícil respuesta y una de las maneras que se me ocurre es, por ejemplo, guiándonos por medio de nuestra intuición, que normalmente nos indica qué es lo que realmente queremos hacer. Pese a todo, considero algo muy lógico el tener dudas a la hora de decidir, puesto que significa que realmente estamos barajando todas las posibilidades y esto nos ayudará a escoger lo mejor para nosotros.

     Una vez tomada esa decisión, mucho tiempo más tarde, podemos preguntarnos qué pasaría si hubiese hecho esto en lugar de aquello, si hubiese escogido tal cosa en lugar de esta… Si nos planteamos estas cuestiones al final de nuestra vida nos imaginaremos miles y miles de posibilidades de haber vivido, pero creo que debemos siempre pensar que lo que hemos hecho es la mejor manera de haber vivido nuestra vida.

     Si por ejemplo planteamos la vida como un camino, y las decisiones que tomamos como las bifurcaciones de este lo que me gustaría plantear es: ¿Podemos, una vez escogido un recorrido u otro, volver atrás o, al contrario, somos presos de nuestras decisiones?


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