lunes, 8 de diciembre de 2014

Emociones VS Justicia

¿Debe ser justa la justicia?

   La justicia se representa con una mujer con los ojos vendados, una balanza en la mano y una espada en la otra. Desganando el significado de la figura nos queda que:
- Tiene los ojos vendados porque se sobreentiende que la justicia no mira a las personas, sino a los hechos; y de ahí la famosa frase “la justicia es igual para todos”.
- La balanza nos indica que a cada lado de la misma debemos poner los argumentos y las pruebas.
- La espada es el símbolo del castigo que debe recibir quién o quienes cometan unos hechos que, una vez sean juzgados, sean delictivos.
   En respuesta a la pregunta, no me cabe más que decir: sí.

¿Pero, y los jueces?

   Siempre se ha querido transmitir que los jueces, a la hora de administrar justicia, no pueden dejarse llevar por los sentimientos: la ira, la compasión, la repulsa… O por la credibilidad o no que perciba del imputado o del acusador. Ni por supuesto por la corriente política que le resulte más apropiada, ni por las opiniones y juicios de valor que hace la sociedad ante unos hechos.
   De ser así, todos los ciudadanos correríamos el riesgo de ser culpables o inocentes de unos hechos probados o no por el mero criterio personal y subjetivo de un señor con toga negra. Y los tribunales de justicia serían entonces tribunales inquisitivos, además de lograr una justicia vengativa y partidista.

   No es fácil hacer aplicar las leyes, no es fácil ser juez.
   No es fácil mirar a los ojos de una madre y decirle que no hay pruebas suficientes para condenar al violador y asesino (presuntamente) de su hija.
   No es fácil condenar a unos padres por robar comida para sus hijos.
   No es fácil condenar a una pena menor por robar y defraudar millones de euros.
   No es fácil…

   Con todo esto nos queda la espina y la duda en el aire ante aquellos casos en los que el juez muestra una percepción propia de los hechos y de las leyes, puesto que estas últimas se conciben mal formuladas. En ese momento se comienza a defender al juez debido a que, "ha hecho lo correcto pues es lo justo", pero si se extiende ese pensamiento, ¿no acabaríamos aceptando y generalizando la subjetividad de la justicia? Quizá sea más conveniente luchar por la modificación de las más dudosas leyes, porque sí es posible cambiarlas, mejorarlas e incluso derogarlas. Pero los jueces siempre tienen que ser objetivos, imparciales, ajenos al sentir de un grupo social y político determinado a la hora de juzgar unos HECHOS.

   Pero aún así, y sin entender muchas veces las sentencias judiciales, quiero ser juzgado por un juez y no por un hombre con toda negra, que simplemente se deja llevar. El problema de las emociones en el ser humano, el no controlarlas y dejar que nos afecten a lo que debiera ser más objetivo.

4 comentarios:

  1. La objetividad a la hora de juzgar un caso es fundamental si se quiere obtener justicia. Sin embargo, los jueces son incapaces de ser parciales en algunos casos en que figuras representativas del país están siendo juzgados y esto quizás se deba a la presión que ejercen los de arriba sobre ellos.
    Con respecto a lo que dices sobre la falta de pruebas en algunas casos, lo considero absolutamente necesario, ya que si se condenase a alguien por el mero hecho de que supuestamente ha hecho algo ilegal, volveríamos a una ley de sospechosos y no se podría aplicar la justicia correctamente.

    ResponderEliminar
  2. Como bien dices en esta entrada, los jueces algunas veces se dejan llevar por las emociones, pero parándome a pensar, eso solo ocurre en los casos de una importancia trascendental como bien dice Ouxin, ya sea por la presión o por su subconsciente. Pero generalmente esto se supone que no ocurre, pues los jueces para llegar a su cargo deben jurar imparcialidad en todos los casos, dejando de lado sus sentimientos y mirando únicamente a lo que la ley les marca, o por lo menos eso se supone. Este sería el caso por ejemplo de los desahucios, los jueces sentirán pena, pero al final se guían por la ley y olvidan sus sentimientos.

    Por otra parte, dudo que si los jueces acaban haciendo lo justo y dejando de lado lo correcto de sus emociones se vayan a acordar mucho de las personas a las que no pudieron ayudar, pues realmente ocurriría lo mismo que ocurre con las imágenes crueles de las que Ovejero habla, nos hacen sentir tristeza, pero pasado tres días ya no hay rastro de insatisfacción alguna.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Comentas el posible olvido por parte de los jueces hacia aquellos casos en los que no ponen en juego sus emociones y sentimientos, como todas las imágenes crueles con ánimo de entretenimiento que logran un acostumbramiento a lo mismo. Pero ahora me gustaría preguntarte si un juez representante de la justicia debe tener de prioridad la búsqueda de la obtención de un mayor conocimiento en base al estudio emocional empaquetado con cada caso o lograr una justicia objetiva. Dando pie en tu segundo párrafo del comentario al primer tema me gustaría que pudieras desarrollarlo un poco más ampliamente para compartirlo.

      Eliminar
  3. En primer lugar debo decir que no se si habré entendido muy bien la pregunta implícita en tu comentario, pero responderé según lo que creo que has querido decir.
    No debemos olvidar que justicia no implica única y exclusivamente la imposición de una sanción penal, es decir, no todo el derecho, ni toda función de un juez es penar un delito; también se imparte justicia de otros modos, como decidiendo quien es dueño de un bien, si la Administración tiene responsabilidad patrimonial por una mala actuación…
    Ahora bien, si nos centramos solo en las sanciones y delitos penales he de decir que el juez siempre ha de actuar con objetividad y que en pocos casos las emociones entran en juego; y eso tiene que ser así, y es así, tal y como se demuestra en casos de una enorme trascendencia social, en los que la pena impuesta no es “justa”, porque la sociedad la considera sumamente inferior a la que debería imponerse. Si en esos casos los jueces se dejasen llevar por presiones o por emociones las penas serían bastante superiores, ¿no creéis? Aunque pueda ocurrir que en ciertos casos esas presiones si puedan tener cierto efecto.
    Además, los jueces siempre han de valorar las circunstancias que entran en juego en la comisión de los delitos (gravedad del acusado, circunstancias económicas y personales del mismo y el motivo de la comisión del ilícito, entre otras muchas), son dichos elementos los que determinan que los jueces impongan una pena, más o menos alta, dentro del baremo que el Código Penal le permite.
    De nada sirve que un juez crea emocionalmente más justo imponer una pena de X años de prisión de libertad a un sujeto que realiza una conducta realmente despreciable, cuando la ley no se lo va a permitir. No debemos olvidad que quien crea las leyes es el poder legislativo, no el judicial y que, por ello, éste último se ve atado a lo que el primero disponga. Es decir, el juez sólo va a poder interpretar las circunstancias delictivas y adaptarlas a las penas que le permita imponer el legislativo en sus leyes.

    En cuanto al párrafo segundo, simplemente me refería a que, dentro del trabajo de un juez, está el “inmunizarse” ante situaciones que a un ciudadano, no conocedor del derecho, resultan terribles. Un juez, para hacer bien su trabajo, no puede vivir pensando en qué ocurrirá con esa persona a la que condenó en una sentencia o qué futuro le espera a otra que no puede pagar la multa económica que le ha impuesto, cuando el condenado tiene escasos recursos económicos; si así fuese, pasaría a ser parcial y recordemos que frente a la condena de una persona existen unos derechos protegidos de otra. El juez ha de decidir qué derechos se han visto dañados y si la culpa la tiene efectivamente la persona a la que condena.
    Espero haber entendido bien la cuestión.

    ResponderEliminar