Muchos
países del mundo gozaN de un sistema democrático, en el que el pueblo es
soberano y decide quién ejerce los poderes gubernativos. Atendiendo a la
opinión mayoritaria, los políticos que mandarán serán unos u otros. Así que, en
cierta medida, el pueblo gobierna sobre sí mismo. De este modo, sobre nosotros
cae cierta responsabilidad política; no sería muy lógico, tras ejercer el
derecho y libertad de voto, reprochar o alabar únicamente a los gobernantes
elegidos. En este contexto, cobra especial importancia la educación, no sólo de
los que en última instancia ejercen la política, sino del pueblo en general. De
los primeros ya se habla bastante; yo me centraré en los segundos.
Uno de los
problemas políticos de la actualidad es lo superfluos y vacíos que son los discursos que escuchamos en los parlamentos. Horas y horas de palabras vacías
que no traen nada nuevo. Esto es consecuencia de la premisa básica de los
partidos políticos: alcanzar el poder. Esta premisa no tendría por qué ser
esencialmente mala. Se entiende que para llegar o mantenerse en el poder, un
político debe ser votado, y para ser votado ha tenido que haber hecho cosas
buenas; así que el interés de los partidos se vería unido al interés de la
población. Pero, hoy en día, el juego no está funcionando de esta forma.
La falta de preparación del pueblo se une a la de los políticos y, como resultado, a estos
les surge una forma más fácil y rápida de llegar a gobernar (los mencionados
discursos vacíos, demagógicos y facilones). Hacen esas cosas porque les
funciona, y les funciona porque no estamos siendo lo suficientemente
inteligentes. Si cumpliéramos con nuestra parte, aquellos partidos que no
estuvieran haciendo política no serían votados, y lo cierto es que siguen
dominando el panorama electoral. Incluso el político honrado y formado, cae en la demagogia, porque sabe que un discurso fundamentado y coherente no
tendrá tantos votos como un "y tú más".
Por
supuesto, esto no les da a los políticos el derecho a hacer lo que hacen. No es
moral renunciar a hacer política sólo por el interés propio. Pero lo cierto es
que se aprovechan de la situación, y disfrutan de ella. Tanto es así, que
parece que quieren hacernos pensar aún menos: religión católica en la enseñanza
pública, eliminación de la ética de cuarto de la ESO…
Ellos no
cumplen con su deber, cumplamos nosotros con el nuestro. Si lo hacemos, se
verán obligados a ponerse las pilas. Formémonos, preparémonos y actuemos de forma racional.
ANTONIO
ÁLVAREZ GARCÍA, 2 BI
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