jueves, 11 de diciembre de 2014

Somos culpables


La imagen anterior muestra los países que permitieron la entrega de detenidos o colaboraron de algún modo a que la CIA llevase a cabo su programa de torturas, más allá de debatir algo tan obvio y fundamental como lo patético y penoso que resulta que en ''pleno siglo XXI'' sigan ejerciéndose prácticas tan repugnantes como la tortura, me gustaría concienciar de que SOMOS RESPONSABLES DE ELLO y resaltar la participación en esta atrocidad de España y otros países europeos, considerados actualmente como un ejemplo de ''modernidad y cumplimiento de los derechos humanos''.

1.      Una sociedad que permite la tortura no se puede mirar al espejo.
2.      España es cómplice de las torturas.
3.      Tú, yo y el resto de los españoles formamos parte de esa sociedad.
4.      Nosotros somos cómplices. 

Y la pregunta es, ¿se ha producido alguna manifestación o exigencias contundentes a los gobernantes acerca de que estemos participando en tan repugnante actividad? ¿Constituye un tema tan preocupante y presente en los medios de comunicación como,  por ejemplo, la corrupción?

No actuamos, lo permitimos, somos cómplices. Ni invocando el tan empleado ''yo no sabía'' o ''no me consta'' podemos rehuir esa responsabilidad ya que el desconocimiento no nos justifica ni atenúa el carácter moral de la acción. Teníamos que saber.

Ahora bien, ¿qué podemos aprender? Pues que para poder olvidarlo, hay que conocerlo y recordarlo, ya que  es imprescindible pasar revisión y saber que ciertas barbaridades están ahí (y no deben dejar de estarlo) para evitar de este modo que vuelvan a ocurrir.

3 comentarios:

  1. Me parece interesante este tema. La tortura es un método para sacar información que puede tener resultados satisfactorios, a costa de la integridad física o psicológica de la persona torturada. Esta persona puede ser un asesino, un violador, alguien inocente o un estafador, por poner ejemplos. Ciertos países que utilizan la tortura tienen como objetivo aniquilar posibles o ya existentes amenazas para salvaguardar la integridad de su gobierno o habitantes. Entonces ¿se puede afirmar con total rotundidad que la tortura es algo malo por naturaleza? Y si es así ¿qué otros métodos se pueden utilizar para obtener información que salve vidas o nos provea seguridad?¿Serán menos "patéticos y penosos" o "repugnantes"? O en una situación límite ¿es posible poner en una balanza la vida del torturado y las de las personas que se pueden salvar, y ver como esta se inclina hacia ellas? Son muchas preguntas y muy variadas, pero me gustaría saber si existe una respuesta a ellas.

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    1. ¿La quebrantación de nuestros deberes supone la eliminación inmediata de nuestros derechos? ¿No logramos así un enfrentamiento sobre la base universal de los mismos?
      Puede existir una contrariedad hacia la ética en los ejemplos como violaciones, asesinatos, secuestros y demás, pero del mismo modo existe esa misma contrariedad en todas aquellas acciones que quebranten unos valores aceptados por la sociedad.
      Un punto interesante de abordar es el peso de la vida de un asesino, por ejemplo, y de las contingentes víctimas, «¿es posible poner en una balanza la vida del torturado y las de las personas que se pueden salvar, y ver como esta se inclina hacia ellas?». Quizá para entender la respuesta convenga formular otra cuestión, ¿hasta qué punto nos es posible determinar la existencia futura de víctimas? Lo más coherente es la negación de dicha posibilidad, pues se trata del entendimiento sobre un futuro inexacto.
      Obtenemos la dudosa actividad de violar los derechos más fundamentales de las personas debido a la concepción de un posible futuro. Basamos la vida humana y su peso en una probabilidad inventada, con la excusa de la protección de otras del mismo valor.

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    2. Creo que todas las preguntas anteriores pueden reducirse a una única: justifica el fin los medios? No. Por lo tanto, carece de relevancia la grandeza de los fines (sea salvar vidas o proveer seguridad) ya que solo se lograría mediante el daño de la integridad física o psicológica de una persona.

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