martes, 10 de marzo de 2015

La belleza no es monopolio del arte

La teoría de Einstein sobre la gravedad, el espacio-tiempo y el cosmos cumple 100 años



Decía Paul Dirac, un poeta de la física, que la belleza no es monopolio del arte, pues llegó a su famosa ecuación, no tanto intentando resolver los enigmas que le mundo natural le retaban sino buscando la belleza. Dirac afirmaba que el investigador “en su sus esfuerzos por expresar las leyes de la Naturaleza, debe preocuparse principalmente de la belleza matemática. Debe tomar la simplicidad en consideración, pero subordinada a la belleza”. No es la utilidad sino el sentido como nos recalca “simplemente examinando cantidades matemáticas que los físicos utilizan, e intentando darles sentido de manera interesante, sin importar las aplicaciones que el trabajo pueda tener”.

Hace ya 100 años que Albert Einstein llegó a formular su gran teoría sobre la gravedad, el espacio, el tiempo y el cosmos, pero Einstein no partió tanto de los datos como de la intuición y la imaginación para recrear la, a juicio de sus colegas, la teoría más bella de la historia de la ciencia. 

Esta es la historia que nos relata Javier Sanpedro en este interesante artículo que así continúa:
“Que la belleza tenga algún papel en la ciencia es algo que deja perplejo a casi todo el mundo. La ciencia, según la percepción común, es el terreno del cálculo preciso, la observación rigurosa y el razonamiento implacable, y no se ve muy bien qué pueden pintar en ese marco las consideraciones estéticas. Y todo esto es cierto, muy probablemente, para la inmensa mayoría de la producción científica. Pero los grandes saltos conceptuales son obra de gente muy rara, y ahí los prejuicios del rigor y la austeridad patinan de manera estrepitosa. Los que se salen del marco son gente muy inteligente, sí, pero también muy imaginativa, muy creativa y muy sobrada.

Las matemáticas de la relatividad general son de una dificultad disuasoria para el lego, pero el punto de partida de Einstein no puede ser más simple e intuitivo. “La idea más feliz de mi vida”, según la propia descripción de Einstein, que la contó así: “Estaba sentado en la oficina de patentes de Berna, en 1907, cuando, de repente, me vino una idea: una persona en caída libre no sentirá su propio peso. Quedé sorprendido. Esa sencilla idea me causó una profunda impresión y me impulsó hacia una teoría de la gravitación”. Lo que hoy puede experimentar cualquier visitante de un parque de atracciones –la ingravidez en caída libre— fue el disparador de la teoría que fundó la cosmología moderna. Qué cosas”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario