domingo, 1 de marzo de 2015

¿Más que ADN?

Este trimestre hemos estado estudiando en biología el código genético. Cómo el ADN transmite su información para sintetizar proteínas distintas, que hacen que cada individuo sea diferente. Diferente físicamente pero también diferente en su forma de sentir, de percibir, de pensar...
También nos visitó esta semana Angel Carracedo, una eminencia en el conocimiento de la genética, que nos regaló una conferencia magistral sobre el ADN, además de una demostración de humildad tan educativa como sus conocimientos científicos. Un ejemplo de amor y dedicación a una profesión sin duda apasionante.
Reflexionando sobre cómo nuestro ADN condiciona nuestra existencia, recordé la noticia que oí hace unas semanas. Un estudio relacionaba el nivel de serotonina en el organismo con la paciencia. Algo que creía tan personal como la paciencia, moldeable mediante la voluntad y de lo que se podía estar orgulloso por lo que implica de autocontrol, resulta que también lo traemos escrito. ¿Tú también paciencia? ¿Es que hay alguna cosa que la naturaleza le permita decidir a nuestra voluntad?
Por tanto, el ADN determina nuestro aspecto físico, nuestro carácter y, en cierto modo, nuestro destino. Pero es que además, al transmitirse mediante la descendencia, también nos sobrevive, y va perfeccionándose a través de la evolución de las especies. Al fin y al cabo, es esa molécula la que se beneficia de el “juego de la vida”. Y es posible que no se sólo en la tierra... La agencia espacial europea está preparando una misión para enviar una sonda a varias lunas de Júpiter bajo cuya superficie helada se espera encontrar agua líquida. La asociación de existencia de vida a los lugares con presencia de agua en la tierra, hace albergar la esperanza de encontrar señales de alguna forma de vida presente o pasada en esos satélites. Científicamente es de suponer que si existe vida fuera de la tierra, también estaría basada en el carbono y se transmitiría a través de los ácidos nucleicos (ADN y ARN). En ese caso, en cualquier sitio en el que existiese agua terminaría apareciendo una secuencia de nucleótidos que iría evolucionando con el fin de perfeccionarse para garantizar su persistencia. De esta forma, los seres vivos universo seríamos un mero vehículo, que esta secuencia diminuta y caprichosa utiliza para seguir existiendo eternamente.

Por favor, ¡¿Puede alguien convencerme de que somos algo más que química?!

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