A vueltas con la educación...

Unas preguntas para empezar:

¿Realmente se ha roto la brecha educativa en España?
¿Cuándo hablamos de educación sabemos realmente de lo que estamos hablando?
¿Podemos identificar educar con formar en habilidades?
¿Hasta cuándo deberá el sistema educativo seguir sufriendo las ocurrencias de las distintas corrientes pedagógicas y las ocurrencias de las distintas reformas legislativas?

     Estos días en los medios de comunicación se han presentado los resultados del Informe Pisa (Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes o Informe PISA (por sus siglas en inglés: Programme for International Student Assessment), que trata de analizar cuantitativamente el rendimiento de los estudiantes de varios países a partir de unos exámenes que se realizan cada tres años con el fin de evaluar tres áreas de competencias fundamentales como son la lectura, las matemáticas y las ciencias naturales.

     Este informe es llevado a cabo por la OCDE, que se encarga de la realización de pruebas estandarizadas a estudiantes de 15 años. En esta ocasión, el estudio se ha hecho sobre una muestra de más de 535.000 de 72 países diferentes, y aunque es considerado como un sistema "objetivo" de comparación, su formulación está sujeta a muchas críticas, por cuanto es un análisis meramente cuantitativo.

      A pesar de que los estudiantes españoles  han llegado por primera vez a la media de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, que como todos sabéis es un organismo de cooperación internacional compuesto por 35 estados cuyo objetivo es coordinar sus políticas económicas y sociales, nuestro país dista de ocupar una buena posición.  Pues ocupa el puesto 21 en competencia lectora (a nivel de Estados Unidos o Reino Unido), el 25 en destrezas matemáticas (como Islandia o Italia) y el 24 en habilidades científicas (a la atura de Suecia y Francia).

    Y diréis, ¡pues para tantas críticas tampoco estamos tan mal!. Eso han debido pensar en el Ministerio de Educación que se han felicitado por los datos, aun en tiempos de crisis, y se han desmelenado con declaraciones triunfalistas que siempre quedan bien: “por vez primera se rompe la brecha educativa y España se sitúa al nivel de los países más avanzados del mundo”, ha dicho el ministro Méndez Vigo. Es verdad que dado que los recortes  en educación han mermado los recursos educativos, se han adelantado a elogiar el valor del trabajo de los docentes, quienes han visto como se reducían las plantillas y los profesores de apoyo, la financiación de programas sociales y becas,  y, no menos importante, sus salarios que para todo trabajador, constituye un incentivo fundamental. 

     Al mismo tiempo, los docentes hemos  visto cómo han aumentado el número de alumnado por aula, cómo ha aumentado el desprecio hacia el conocimiento y la verdad, el ruido y la falta de atención y respeto en las aulas, desinterés de nuestros estudiantes anta la falta de expectativas y el desprestigio de la formación y la cultura. Hay que subrayar pues, que ante una situación adversa, el trabajo que han hecho los docentes que han tirado de voluntarismo para llegar ahí donde las administraciones educativas no llegaban. Con esto no estoy diciendo que la leve mejora de los resultados correlacione positivamente con este sobreesfuerzo, sino que éste ha existido pero que resulta insuficiente si no se toman medidas para paliar la desigualdad educativa de los estudiantes en razón de su origen cultural y extracción socioeconómica, reflejo de lo que ocurre en nuestra sociedad y que no podemos consentir y seguir mirando para otro lado, sino que como sociedad debemos paliarlo  ya.