Según Aristóteles, las personas deberían guiarse por lo que es correcto, y no por lo que está establecido, decía que donde todos piensan igual, nadie piensa mucho.
El ser humano es el único animal cambiante, creativo, que modifica el medio para adaptarlo a sus necesidades. Es el único que tiene que decidir a cada paso qué va hacer, o qué quiere hacer con su vida, lo que quiere ser.
Vivimos de lo que soñamos o imaginamos, pero no de lo que tenemos. Cambiamos, buscamos, innovamos... Nuestra guía no la marca la naturaleza o el medio en que vivimos, sino la sociedad a la que pertenecemos. La sociedad nos proporciona lenguaje, usos, seguridad... pero, ¿cómo de segura es? ¿Cómo de libres somos en esta sociedad?
Nos remitimos a pensar: "siempre se hizo así" o "lo dice la mayoría"
Tenemos que atrevernos a buscar por nosotros mismos nuestra razón, lo que de verdad queremos y pensamos, nuestra verdad, la verdad de quiénes somos realmente.
Si en un pasado nadie hubiese hecho sus pensamientos públicos, sin miedo al rechazo o al error, seguiríamos pensando que la Tierra es plana, por ejemplo. Viviríamos rodeados de cosas que no sabemos lo que son, sin avances científicos, sin estudios de las lenguas...
Sin gente que pensara por si misma, con su propia razón, sin estar alterada por los estándares de la sociedad, no existiría la filosofía.
No debemos de dejar de razonar solo por el temor al rechazo o al error, ya que de los errores se puede sacar provecho cuando aprendemos de ellos, y no hay nada malo en ello.
Debemos de ser educados para hacer lo que nos gusta, lo que creemos que es bueno para nosotros, tenemos que querernos y mimarnos, y no hacer lo que otras personas quieren que hagamos. Al final, lo diferente es lo que destaca, y destacar no es nada malo.
Eva Martín Trebolle 1ºA
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