Tras la entrada en el blog de nuestra
compañera Andrea, “lo políticamente
correcto” y tras haberlo comentado en el aula, considero de deberíamos
ahondar en el concepto de lo políticamente correcto, un concepto que se refiere
a la expresión de ideas y opiniones de forma que se minimice la posibilidad de
ofender a colectivos de una determinada etnia, religión cultura, nacionalidad,
género, etc. Pero, realmente ¿qué acciones u opiniones se consideran políticamente
correctas y cuáles no?, ¿cuáles son los criterios para determinarlo y, sobre
todo, quién los impone?, ¿es la sociedad o nosotros mismos?, ¿quién establece
los límites?.
Aunque en un principio un comportamiento
políticamente correcto pueda parecernos algo objetivamente bueno y que evita
conflictos, considero que un abuso de éste puede llegar a ser contraproducente
y limitarnos. Limitarnos de manera que siempre debamos pensar como el resto,
como la sociedad elige, sin poder salir nunca aquella minoría de edad que definía Kant, para lo cual es fundamental esta
libertad.
Elaborar a ciudadanos como robots, que estén
conformes con todo, que miren hacia otro lado y acepten todo tal cual, sin pensarlo.
Esta conformidad con lo establecido no es la tolerancia que buscamos. Esta es
aquella en la que respetemos las ideas de los demás pero también creemos las
nuestras propias. Muchas veces, por el miedo a que los otros consideren que no
somos políticamente correctos diciendo tal cosa, no lo hacemos.
Relacionándolo con nuestra relación con otras
personas, creo que es muy representativo un capítulo de la serie, ya otras
veces comentada, Black Mirror. Me refiero a uno de los episodios más conocidos
(capitulo 1, temporada 3, Caída en picado),que trata de una sociedad en la que la popularidad se
basa en la puntuación que te ponen las personas con las que te relacionas en el
día a día. Para conseguir esta buena puntuación, todas la conversaciones y
acciones con la gente debían de ser agradables, sin discusiones, “políticamente
correctas”. El problema surge cuando la protagonista deja de comportarse así y,
como consecuencia, acaba en una situación socialmente horrible, marginada,
excluida.
En este capítulo se lleva la situación a la
exageración, pero creo que en la realidad estamos ya cerca de esta sociedad,
que, personalmente, considero estancada y sin capacidad de progreso.
Desde mi punto de vista, cada vez nos estamos
centrando más en ser políticamente correctos, y esta tendencia no deja de
crecer ya que , además, vivimos en una sociedad en la que cada vez nos
ofendemos más fácilmente. Donde cada comentario es analizado al completo y
parece siempre acabar ofendiendo a alguien. Creo que deberíamos ponernos un límite
a nosotros mismos, evitando que la necesidad de
ser “políticamente correctos” llegue a asfixiarnos y a bloquear nuestro
desarrollo.
Si de verdad estamos en una sociedad en la
que pensar, opinar, debatir y compartir ideas no es políticamente correcto, ¿queremos
esta sociedad?, ¿queremos ser políticamente correctos?, ¿es algo que nos lleva
a una mejor sociedad y a unas mejores relaciones entre nosotros, o solo nos
limita y artificializa todos nuestros comportamientos?
Pensar libremente y expresar tus opiniones es la base de una
buena sociedad, ¿qué pasaría si esto no fuese políticamente correcto?
LAURA R. PÉREZ PÉREZ,
1ºBACH A
No hay comentarios:
Publicar un comentario