domingo, 11 de marzo de 2018

¿Qué está detrás de nuestras decisiones?


Todos los días nos encontramos con la necesidad, y en algunos casos, con la obligación de tomar decisiones donde tenemos que elegir entre dos o más alternativas diferentes.  Incluso, en  algunos casos nos podemos sentir agobiados, no por la falta de libertad, si no que por la cantidad de opciones que tenemos, por lo que podríamos hablar de un cierto “miedo a la libertad”.

¿Cómo tomamos nuestras decisiones? Este proceso se podría resumir en lo siguiente: ante un problema, identificamos una serie de alternativas posibles y a continuación valoramos las consecuencias y resultados que conlleve cada una, escogiendo finalmente la que más nos favorezca. Pero en la realidad, no es tan fácil como parece: lógicamente existen decisiones más relevantes y complejas que otras, pero en todas influyen una serie de “factores”.

Por ejemplo, uno de esos factores podría ser el miedo, no sólo por no tomar la decisión adecuada, sino que por lo que puedan pensar los demás sobre nosotros. Esto nos lleva a pensar sobre la increíble influencia que hace la sociedad  sobre la toma de nuestras decisiones, la mayoría de veces causada por el miedo al “qué dirán”. De hecho, seguramente  muchos de nosotros hemos elegido alguna vez una opción porque la gente que nos rodea la ha elegido de manera mayoritaria, y no porque nosotros pensemos que es la correcta.

El miedo no deja de ser un sentimiento. Pensamos que estamos tomando decisiones  por nuestra propia cuenta, pero en realidad somos impulsados a actuar por estos sentimientos negativos  presentes en nuestro inconsciente, que son capaces de modelar la forma que tenemos de comportarnos. Por ejemplo, en una relación de pareja en el que haya problemas y conflictos de una forma continuada, lo más razonable sería romperla. Este ejemplo es bastante común, y por desgracia suele estar relacionado con la violencia machista, donde el miedo que tiene la mujer hacia su agresor, la dependencia que pueda tener de él o la opinión de los demás suele llevarla a callarse y continuar con su sufrimiento en vez de tomar la decisión de romper la relación y, en algunos, casos a denunciar.

Asumimos que tomamos decisiones racionales, cuando la realidad suele ser bastante diferente. Así, muchos acaban  siendo indecisos e incapaces de elegir por sí mismos. En estos casos, lo mejor es tomar una decisión y seguir con ella hasta el final, sin tener en cuenta lo que elija el resto de las personas y olvidándonos incluso de la existencia de las otras alternativas.

Andrea Ramos Fajín; 1ºA

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