Somos desde que nacemos. Nos
reconocemos por un nombre que se nos otorga desde que somos pequeños, el cual
nos sirve para identificarnos los unos a los otros. Sin embargo, somos mucho
más que un nombre. Somos una parte que no hemos decidido poseer, así como es
por ejemplo el físico, el sexo, gustos, el propio nombre… y como no queda más
remedio, nos acostumbramos, pues no la podremos cambiar nosotros mismos
radicalmente ni fácilmente, de eso se encarga el tiempo, y no siempre el tiempo
puede lograr dichos resultados. ¿A caso deberíamos cambiarla?
Muchas veces, se piensa que todas
las características mencionadas anteriormente deberían guardar una misma
“relación” entre todas las personas. El ejemplo más claro, sería aquel que hace
referencia al sexo. Si somos de un sexo “estamos determinados” a comportarnos
de una manera, y viceversa, como si nunca pudiéramos ser una mezcla, o algo
completamente diferente. En caso de que lo fuéramos, nacerían las críticas
hacia lo distinto, lo extraño, lo antinatural. ¿Existe una
conducta fija que debemos seguir por el hecho de haber nacido con unas
características o con otras? ¿Es verdaderamente antinatural actuar de una forma
o de otra teniendo en cuenta los rasgos que nosotros no hemos elegido?¿Existía
el deseo de cambiar estos aspectos con los que nacemos antes de surgir esa “relación”
previamente citada?
En varios casos, debido a la
influencia del colectivo insatisfecho, la persona que “padece” ese “problema”
decide cambiar algún rasgo que no se ajuste al resultado deseado. De esta
manera, ya no sentirá la vergüenza de ser quien solía ser, o quien verdaderamente
es, para así ser aceptado por los demás. ¿Por qué existe la necesidad de
adecuarse al gusto de la sociedad? Tal vez, la respuesta más simple sería, que
así lo impone la misma. De esta manera todos “gozaríamos” de la igualdad de
problemas de aceptación, y cada persona, que se convierte en el juez del otro,
buscará los “defectos” en cada uno de los demás como una especie de
competencia. Una vez conocidos estos defectos, recurrirán al mercado a comprar
los productos necesarios para hacerlos desaparecer o esconderlos lo máximo
posible. Es aquí donde nos podemos plantear unas de las dudas más cuestionadas
actualmente, ¿dónde surge la vergüenza, en la sociedad o en un sector más
concreto como sería el comercio?
Belén Valle 1º-A BACH
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