Una sociedad que solo
aprecia aquello que es igual a sus valores, que se centra en sí
misma y que no es capaz de ver lo positivo que hay en otras
sociedades, tiende a aislarse y a no evolucionar.
Todas las organizaciones
sociales deben estar en continua evolución, al estar en relación
con otras, de las cuales absorben aquellos elementos que consideran
que las pueden enriquecer.
Lo indicado para la
sociedad en los párrafos anteriores es aplicable para cada uno de
los individuos que conforman dicha sociedad. Nuestros valores, ideas,
opiniones, puden cambiar, modificarse, adaptarse, en función de los
conocimientos y experiencias que se van adquiriendo con el paso del
tiempo.
En sí, no es negativo
conservar aquellos valores que nos hacen diferentes, que nos hacen
ser quienes somos, pero eso no debe llevarse al extremo de negar la
existencia de algo positivo diferente en otros, sin haberlo valorado
previamente.
Antiguamente, cuando una
sociedad se imponía a otra de manera violenta, tendían a implantar
sus valores y hacía desaparecer los propios de los vencidos. Hoy en
día, vemos a través de los medios de comunicación globales una
difusión de valores únicos, que se consideran los correctos; no
existe una reflexión suficiente sobre si estos valores son adecuados
para nuestra sociedad o si por el contrario, nuestros valores
tradicionales deberían ser los que se implantaran de modo global.
Como ejemplo: la sanidad.
Se nos está vendiendo la idea de un modelo de sanidad privada, como
en Estados Unidos. Cada vez más, en los medios de comunicación,
escuchamos las ventajas de tener un seguro privado (elección del
especialista, atención inmediata...) y por otro lado, las noticias
referentes a la sanidad pública tienden a ser negativas (colapso de
las salas de urgencias, falta de camas, retrasos en las citas...). La
suma de estas noticias tienden a crear una opinión para el cambio
del valor de tener una asistencia sanitaria pública, universal y
gratuíta para toda la población.
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