domingo, 10 de junio de 2018

¿Es la filosofía la principal forma de perder la tranquilidad?


Voy a empezar por exponer aquí un texto que cayó en mis manos por azar:

El cochinillo de Pirrón

"[...] un día que se encontraba en plena tormenta a bordo de un barco, el filósofo Pirrón enseñó como ejemplo a los que veía tan espantados a su alrededor un cerdito, que formaba parte del pasaje, totalmente despreocupado ante la tempestad. ¿Nos atreveremos entonces a decir que este poder de la razón, al que tanto celebramos y por respeto al cual creemos dueños y soberanos de todas las demás criaturas, ha sido puesto en nosotros para nuestro mayor tormento? ¿De qué sirve el conocimiento de las cosas, si nos hace perder el descanso y la serenidad y si nos vuelve peores que el cochinillo de Pirrón? La inteligencia que nos ha sido dada como el más valioso de nuestros bienes, ¿la emplearemos para nuestra ruina, luchando para combatir el designio de la naturaleza y el orden universal de las cosas, que requiere de cada uno que use sus herramientas y medios para lograr su tranquilidad?"

Tomado de Michel de Montaigne; Ensayos Libro I capítulo XIV


El autor de este texto vivió en Francia en el siglo XVI, y seguramente nunca sospechó que su reflexión tendría un éxito enorme entre los jóvenes de mi generación.

He oído muchas veces a mis compañeros decir que la filosofía sólo sirve para “rallarse”, para darle vueltas a asuntos que no tienen solución. Otros muchos prefieren la ignorancia al conocimiento, y lo declaran sin sentirse avergonzados.
Hemos de reconocer que nuestra capacidad para razonar nos permite reflexionar sobre el pasado y adelantarnos mentalmente al futuro, y esa posibilidad es muchas veces la causa de nuestras preocupaciones.

Pero como dice el filósofo la inteligencia es “el más valioso de nuestros bienes”. De eso no hay ninguna duda. No creo que haya nadie que esté dispuesto a renunciar a una parte de su intelecto. Nadie se considera a sí mismo un imbécil, pero tampoco conozco a ninguna persona que crea estar sobrada de él.
Es nuestra mejor cualidad, pero también la más peligrosa. Cuánto más pensamos, más sabemos sobre la realidad que nos rodea. Mejor entendemos cómo funciona nuestro entorno más cercano y el mundo en general. Y por desgracia no vivimos en el mejor de los mundos posibles. O quizás sí?



Paula Fernández Fuertes, 1º F

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