lunes, 17 de febrero de 2020

La ministra de Igualdad y su corte de doncellas colaboradoras….


Irene Montero. Fotografía de Marta Jara
   El otro día juzgue de incompetente a la ministra Montero al hilo de sus anacrónicas declaraciones que apelaban a la racionalidad como un atributo que también define al género humano femenino. Huelgan más comentarios…, como un día malo los tenemos todos y todas…, me avine a leer al completo una entrevista suya de la mano de la sutil  periodista Esther Palomera, quien en el primer párrafo enuncia de un modo muy inteligente la clave que echa al traste las buenas intenciones de reparto igualitario de tareas y cuidados de la ministra, y si no lean:
 Sobre la mesa de reuniones, un sonajero. Sobre el sillón de despacho, el cuadro de los reyes. Irene Montero (Madrid, 1988), ministra de Igualdad, recibe a eldiario.es mientras Aitana, su tercera hija, viaja de brazo en brazo entre sus colaboradoras. Con tan solo seis meses, la pequeña lo mismo recorre los pasillos de una televisión, que asiste a una reunión orgánica de Unidas Podemos, que no pierde ripia de los focos que prueban los compañeros de vídeo antes de grabar esta larga charla, en la que la ministra exhibe la misma seguridad en sí misma e idéntica fluidez en el verbo que cuando llegó por primera vez hace seis años al Parlamento.”
Sí, efectivamente, la aprendiz de feminista, ahora ministra, amplia la red de “cuidados” de su hija a sus colaboradoras, quienes a no dudar, estarán encantadas de dejar a sus propios hijos en las guarderías de pago, mientras se ocupan de los berrinches de la hija de su jefa con una sonrisa en los labios. La otrora diputada Irene Montero, ya ha sido objeto de denuncias por parte de dos ciudadanas por trato impropio (una de su exescolta  por vulnerar sus derechos como trabajadora al obligarla a realizar tareas de cuidado impropias en su trabajo, y otra de una propietaria de una vivienda a la que puso en la picota mediática con nombre y apellidos aportando información errónea).
De ambas denuncias se ha ido librando porque cuenta con todo el equipo de abogados del Podemos, y por su  posición de poder que respaldó obedientemente los inscritos e inscritas (como les gusta decir para parecer que son más), cuando el líder supremo la eligió como pareja y la situó en la cúspide de la organización para compartir su trono indiscutible. Esto no es “machismo” es así, y si alguien considera lo contrario, me da igual. Y ahí está, empoderada con estos avales, de diputa a ministra, empoderándose en familia y asegurando su pensión. No se puede decir que haya venido a la política para forrarse, porque queda mal, y sería juzgada como una esbirra de la “derecha salvaje” que tanto le gusta nombrar, pero es lo que opinan, muchos de los que han abandonado “la organización”, y que no se atreven a decir, los que aún permanecen “gestionando, para sí, su diferencias”.
Y si no, que se lo pregunten a Teresa Rodríguez que fue obligada a ritualizar un acto sacramental de despedida “cariñosa”, (recomiendo ver el vídeo que da para una clase de imagen y propaganda política) en la que la líder caricontecida actúa al compás de los sumisos miembros de la “organización” que mueven la cabeza en un sentido y en otro al compás de sus palabras, parece la presentación de un experimento de conformidad de psicología social que podría llegar a divertir, sino fuese por el hecho de que Podemos ejecuta un modelo de liderazgo que poco tiene que ver con la trasparencia de la que presumen (y que tanto empieza a generalizarse en el resto de la formaciones).
El caso es que, a pesar de que a la ministra de Igualdad le gusta hablar de sus 35 diputadas de Unidas Podemos, la hoy disidente, Teresa Rodríguez,  no se fue sin calificar a Podemos como una organización “masculina, madrileña, universitaria y de clase media”. Supongo porque pretendía poner el dedo en la llaga sobre el “partido de la gente a la que ningún partido había representado hasta ahora”. Un populismo del que VOX se está surtiendo en votos de más a más.
Por lo demás, la entrevista es todo menos interesante, no me cabe duda de que Irene Montero es locuaz, ya lo demostró en sede parlamentaria, y que tiene aprendida la retorica de intercambio de frases aprendidas para un recitativo que esquiva la preguntas con palabros como: espacios diferentes, gestionar diferencias, formas diferentes de ver, seguir construyendo, debatir de forma abierta, transparencia, nacidos para gobernar, derecha salvaje, gobierno, gobierno, gobierno, yo como ministra, soy ministra……., bueno agotador e inquietante al mismo tiempo, cuando dice que las mujeres necesitamos que se arbitren “políticas de supervivencia” porque nos están matando y es prioridad nacional (ahora, cuando Podemos se negó a respaldar el pacto contra la violencia de género anterior), y la “ley integral de diversidad de trato y de igualdad étnico-racial” cuyo nombre da temblores y que imagino dará mucho que hablar, como esta joven ministra, vigilada bajo la mirada atenta de una feminista curtida y experimentada, nada simpatizante por cierto,  como es Carmen Calvo. Veremos.


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